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SOBRE EL CUADRO DE S. M. EL REY
DEL MUSEO DE LA DOLORES


La Asociación Cultural "la Dolores" convocó en 1998 el Primer Premio de Pintura. Entre los cuadros presentados, había un retrato del Rey, sentado a una mesa bajo el arco del Mesón. Me pareció muy interesante este retrato para que pasase a engrosar los fondos del futuro Museo de la Dolores.

Aunque era el presidente de la Asociación, como participaba en el concurso mi esposa, no formé parte del Jurado. Pero, al margen de su calidad pictórica, teniendo en cuenta la naturaleza del cuadro, sugerí o recomendé a mis compañeros de Junta, miembros del Jurado, que si éste no otorgaba ningún premio ni accésit al cuadro del Rey, avalados por las bases del concurso, creasen un accésit, dotado como los otros con 50.000 pesetas para de esta forma adquirir el cuadro en cuestión.

Mi sugerencia no tuvo efecto; es más, cuando comentaba este asunto, discutimos porque algunos miembros de la Junta consideraban el cuadro una horterada, carente de valor y que desprestigiaba al Rey y a la Asociación.

No obstante, como yo estaba plenamente convencido de que este cuadro constituía una pieza valiosa para ser expuesto en el Museo de la Dolores, acordé con su autor, Jesús Gómez Villanueva (quien de momento deseaba disponer el cuadro para algunas exposiciones), que transcurrido algún tiempo podríamos comprarle su obra por la cantidad que hubiera conseguido de habérsele otorgado el accésit. Y que si la Asociación no lo adquiría, sería yo personalmente quien lo hiciera.

Este compromiso surtió efecto, pues en febrero del 2000, me llamó el señor Gómez Villanueva para comunicarme que el cuadro estaba a nuestra disposición. Le dije que al no ser entonces yo el presidente de la Asociación, debería ponerse en contacto con el nuevo, y le facilité su teléfono.

Pensando que era imprescindible o, al menos, conveniente, solicitar el permiso de D. Juan Carlos para exponer públicamente un retrato suyo, me dirigí a D. Fernando Almansa, Jefe la Casa de Su Majestad el Rey, solicitando dicho permiso, especificando las características del cuadro, una fotografía del mismo y el nombre de su autor.

Recibí la contestación con fecha de 21 de marzo de 2000. En ella se me decía que: "Me es grato informarle que por parte de esta Casa no existe inconveniente en que el retrato del Sr. Gómez Villanueva presida el mencionado Museo recientemente inaugurado."

A partir de este momento, Camilo Carnicer, a la sazón presidente, puede hablar con conocimiento de causa. Pero, amigo Camilo, mejor hubieses estado calladico, porque la "Aclaración" que publicas en "La Comarca" (30 de mayo de 2003), no aclara nada, al contrario. Faltas a la verdad. Estoy convencido de que la memoria te ha gastado una mala pasada, al menos así quiero creerlo, porque nuestra amistad fue muy íntima durante muchísimos años y es imposible evitar que quede algún rescoldo.

A finales de marzo de 2000 me dirigí por carta a la Asociación adjuntando una fotocopia de la contestación de la Casa del Rey, pero mi asombro fue mayúsculo e inexplicable cuando tú, Camilo, dudaste de la autenticidad de la carta y creías que la había falsificado.

Pasados unos días, en una visita que realicé al Museo, a finales de mayo, te encontré, Camilo, junto al vicepresidente, José Antonio Bañeres, inspeccionando las paredes, como buscando algo. Me figuré lo que hacíais y, ante mis preguntas, no tuvisteis más remedio que confesarme que teníais en vuestro poder el cuadro del Rey y le estabais buscando ubicación. Los sitios que proponíais estimé que no eran los más idóneos, y usando de toda la sutileza de que fui capaz, os pude convencer del lugar más conveniente para su colocación, que no era otro sino junto a la puerta de acceso a la sala de piso inclinado, en el centro del Museo. Y sin consultarle al Sr. Gómez Villanueva, porque no era necesario, allí lo coloqué inmediatamente, donde habíamos acordado. Y saqué una fotografía, que es el mejor testigo de lo que afirmo.

Sobre las condiciones en que lo habíais adquirido, no supisteis o ¾ creo¾ no quisisteis concretarme nada, dando a entender que lo habíais comprado con pago aplazado. El autor me aclaró que lo había cedido en depósito, con la única condición de que estuviese expuesto en un sitio digno. (No "en un sitio visible", por ser esto obvio.)

Poco duró en su emplazamiento, porque varios días antes de la visita del Príncipe Felipe (8 de junio) se ordenó que dicho cuadro desapareciera del Museo. Y así se hizo, "con la celeridad requerida" Pero te olvidas, Camilo, de un detalle transcendental. Si ante la orden de que "debía ser retirado ese cuadro del Museo de una forma inmediata" se hubiese exhibido la autorización de la Casa del Rey, cuya fotocopia obraba en poder de la Asociación ¿no es lógico pensar que se hubiese revocado inmediatamente la orden? ¿Porqué no se presentó esa autorización? Aquí cada uno puede pensar lo que quiera. Yo lo tengo muy claro.

¿Y si con el cabreo tan tremendo que tenía se me hubiese ocurrido enviar una nota a la prensa nacional? Algo con un título parecido a éste: "Se ordena retirar un retrato de S. M. El Rey del Museo de la Dolores", y junto al texto explicando esta "arbitraria" decisión, por supuesto hubiese ido la fotocopia de la autorización de la Casa del Rey? ¿Qué hubiese sucedido? Pero, da la casualidad de que más que en mí y en las faenas que se me hacen, pienso, por encima de todo, en Calatayud.

El cuadro lo vi en la escalera interior de la bodega ¾ no he dicho que fuese colgado allí¾ , donde, por lo visto, estuvo poco tiempo; pero no resignándome a que se prescindiera en el Museo de una valiosa pieza, dirigí una carta a la Concejalía de Turismo, con fecha de 15 de junio, en la que explicaba el cómo y el por qué había llegado el citado cuadro; adjuntaba una fotocopia de la autorización para que presidiera el Museo (por lo visto en el Ayuntamiento dieron por buena la autorización ¡qué casualidad!); y terminaba la carta diciendo: "Puede darse el caso de que en alguna visita oficial o extraoficial de Su Majestad Don Juan Carlos a Calatayud sienta curiosidad por visitar el Museo de la Dolores, y una vez en éste, pudiera ocurrir que preguntara algo así como: ¡Vamos a ver!, ¿dónde me habéis colocado?"

Algún tiempo después, el entonces vicepresidente Sr. Bañeres, en un encuentro casual, me comunicó ¾ como una gran noticia, que me alegraría mucho¾ que habían decidido por su cuenta y riesgo colocar el cuadro y que tenían autorización de la Casa del Rey. (¿Por qué no me dijo que, de una forma informal, el concejal de Cultura le había dicho "que podían colocar el cuadro", señal de que mi carta había funcionado? ¿Y por qué se solicito otra autorización a la Casa del Rey, evidenciando que la ya enviada había sido desestimada o perdida?)

Como me temía, el cuadro fue colocado en el peor sitio posible, junto a la puerta de entrada, donde pasa inadvertido, y donde, por supuesto¾ y eso lo ve el más lerdo¾ NO PRESIDE el Museo, como se recomienda y es imprescindible. ¡Ah!, y sobra la autorización. O de colocar alguna, debería ser la primera (21 de marzo), y no la que se empeña en mantener José Antonio Bañeres (que lleva fecha de 15 de agosto), en un ejercicio de vanidad gratuita, porque en ella figura su nombre.

Y por último: ¿Por qué dices, Camilo, que "el mismo autor Sr. Gómez Villanueva estuvo de acuerdo" con el lugar que ocupa junto a la puerta, cuando sabes muy bien que no fue consultado? Es más, este sitio no le gusta porque ¾ según sus palabras¾ pasa inadvertido, y le encantaría que fuese colocado en el sitio que propongo. Después de hablar con él, aprovecho aquí la oportunidad para agradecerle que haya regalado su cuadro al Museo. Lo dicho, D. Camilo Carnicer: con tu nota no aclaras nada, y si hubieses estado callado, quedarías más favorecido.

Antonio Sánchez Portero

www.ladolores.net
LA COMARCA, 13 de junio de 2003