CALATAYUD DEBE RECUPERAR
EL “MESÓN DE LA DOLORES”
Grafiti en el granero. Se conserva restaurado. Foto Carlos Moncín.
¿H asta cuando vamos a seguir siendo así, con el resultado que salta a la vista, y que tan poco dice en nuestro favor? Hemos dejado pasar un tiempo precioso y permitido que el exponente vivo de una leyenda universal se haya ido desmoronando poco a poco hasta entrar en la recta final de una ruina irremisible y lamentable.
Y se ha llegado a esta situación límite por trasnochado puritanismo, por confundir el rábano con las hojas, porque personas que quieren a su pueblo “por encima de todo” nos han hecho creer, generación tras generación, que la Dolores —aún sin saber si había existido realmente— era una vergüenza colectiva que era preciso borrar de nuestra memoria para salvaguardar el honor de la ciudad.
Y mientras la leyenda rompía fronteras y se convertía en patrimonio universal, contribuyendo a que nos conocieran en el mundo entero, aquí jugábamos al estúpido juego de imitar al avestruz, alegrándonos de la fama que nos proporcionaba, pero poniéndonos de uñas cuando alguien nos mentaba a la Dolores, invitando de esta forma a que regocijadamente nos tomarán por el pito del sereno.
En la actualidad, por fortuna, ha cambiado diametralmente la situación, sobre todo por parte de las nuevas generaciones y, en general, se asume este tema con otra perspectiva, con objetividad y sin perjuicios.
Si cuando la década de los sesenta, poco después de que cerrase sus puertas la posada de San Antón, se hubiese actuado con un mínimo de lógica, por muy poco dinero, tendríamos en uso este emblemático “Mesón de la Dolores”, mundialmente famoso. Algo se hizo: en un Pleno del Ayuntamiento se acordó dirigiese a los Ministerios correspondientes para con su ayuda convertirlo en un Parador de Turismo. Pero la iniciativa, boicoteada por personas que no querían ni oír hablar de la Dolores, entre la apatía e indiferencia general, se quedó en aguas de borrajas. Y lo que entonces hubiera costado miles ahora se cifra en millones. A pesar de ello, teniendo en cuenta lo que representa para la ciudad y los beneficios que podría reportar, todavía se está a tiempo de recuperarlo. Sería una baza muy importante para la promoción turística que se pretende. La “Leyenda de la Dolores”, con su morbo incluido, es un recurso extraordinario, un gancho ideal que nos se debe desaprovechar.
En los últimos años, varios colectivos han iniciado gestiones para su recuperación. Pero tanto la Peña Cuna del Cachirulo como Interpeñas o el Gremio de Hostelería, se han encontrado con una empresa superior a sus fuerzas. Convendría aunar esfuerzos y recabar ayudas a todos los niveles posibles, entre quienes piensan que se debería restaurar este edificio íntegramente —algo muy costoso y poco práctico— o, por el contrarío, demolerlo y reedificar una nueva planta —perdería su identidad—, estimo que una solución intermedia puede ser la más factible. Consiste en respetar y restaurar las fachadas exteriores, muy sólidas al parecer; la planta de calle con el arco, las escaleras y el pozo; y el suelo y distribución de las habitaciones del primer piso —donde se ubicaban la cocina y el comedor— que deberían dedicarse a museo. Todo lo demás debe llevárselo la piqueta. Y sobre lo que quede así como sobre el huerto o corral, es donde deberían construirse adosadas las dependencias del nuevo hotel, parador o mesón.
Cocina. Foto Carlos Moncín.Este “Mesón de la Dolores” podría tener su entrada principal y recepción por la calle de Paciencia, en comunicación con el actual patio. Y frente al arco, en la esquina, con la entrada directa desde la plazuela de los Mesones, es donde debería instalarse la Oficina Municipal de Turismo que Calatayud necesita. Además, en los sótanos, en parte abovedados y muy amplios, se podrían destinar a bodega típica, taberna y cafetería
Quizás, al exponer estas ideas, no haga sino soñar despierto; pero insisto en que es mucho lo que Calatayud —su futuro— se juega en este envite, y es imprescindible que no pase la oportunidad. La Dolores, al margen de que hiciese “favores” —lo que ahora está por ver, y aunque así hubiese sido no debe tener la menor importancia—, es un personaje de talla universal que ha consolidado su fama a través de un cúmulo impresionante de obras líricas, dramáticas, literarias, cinematográficas o musicales, en una cantidad y calidad que nos deben enorgullecer y esto, en definitiva, es lo que debe primar sobre cualquier otra consideración.
La recuperación del mesón es un reto que Calatayud debe afrontar sin dilaciones, antes de que sea demasiado tarde.
Antonio Sánchez Portero
(23 de mayo de 1993)