Las grabaciones en el Real
No podemos menos que felicitar al Teatro Real por sumarse al escaso grupo de teatros de ópera que graban y promocionan en soporte DVD sus nuevas producciones líricas. La iniciativa, que tuvo su ensayo general con el recordado Merlin, de Isaac Albéniz, es el resultado de un trabajo, como casi siempre, silencioso y sin afán de protagonismo alguno, de la dirección del Departamento de Prensa del Teatro Real. Fueron necesarios muchos meses de negociaciones, no siempre fáciles, entre las empresas Opus Arte, BBC Worldwide, TVE y Mediapro, ésta última que aparece como coproductora al ser la única en España que dispone de unidad móvil de alta definición, ya que el proyecto original tiene una segunda fase que consistirá en sacar al mercado estas mismas grabaciones en alta definición cuando se disponga en los hogares de los televidentes de los equipos adecuados.
Con el DVD de Tosca en la mano –en la producción de Núria Espert de la pasada temporada–, se anuncian las grabaciones de tres nuevas producciones del coliseo lírico madrileño: El barbero de Sevilla con dirección de Gianluigi Gelmetti y Emilio Sagi; La Traviata ya presentada la temporada anterior a cargo de Jesús López Cobos y Pier Luigi Pizzi; y Don Carlo en un montaje de Hugo de Ana y con el titular del Real en el podio. En todo caso, los responsables del Real ya habrán podido leer las críticas que la realización videográfica del citado DVD de Tosca ha tenido en los medios especializados: realmente lamentable. Todo el trabajo y las ideas de Núria Espert han desaparecido por obra y gracia de los responsables de la edición, la misma que se verá más tarde en la versión en alta definición. Pero este trabajo es perfectamente corregible si se cuidan con mayor esmero las grabaciones, especialmente si el realizador mantiene conversaciones previas con los directores de escena, enterándose bien de qué va la ópera y la producción, y aprovechando los numerosos ensayos para ir definiendo el tipo de realización más adecuado.
Por otra parte, la SGAE anunció por todo lo alto la edición de las primeras zarzuelas de una nueva colección también en soporte DVD, producidas en colaboración con el Teatro Real y la Fundación Zarzuela Española, con tres títulos de inmediata aparición: la ópera española La Dolores, un espectáculo organizado por la citada Fundación titulado Madrileña bonita y la zarzuela El Dúo de la Africana. Todo resulta especialmente extraordinario, con el repertorio español al fin presentado en un soporte digno y duradero y con la evidente proyección internacional de las producciones del Real, ahora al alcance de melómanos de todo el mundo. Pero avergüenza que se presente el citado proyecto sin que se tenga en cuenta para nada al Teatro de La Zarzuela –ni tampoco para las retransmisiones televisivas que parece estar recuperando TVE–, mucho más cuando el acto de presentación de la nueva colección contó con la presencia de dos personalidades muy unidas al teatro de la calle Jovellanos como son Emilio Sagi y Emilio Casares. Es cierto que la situación del convenio colectivo de los trabajadores de La Zarzuela hace muy difícil cualquier proyecto de este tipo –si el Teatro participara tendría que cobrar hasta el último empleado en nómina–, pero también es cierto que el Ministerio de Cultura, de quien depende directamente esta sala, podría adecuarlo y modernizarlo tomando como referencia los demás coliseos españoles que están presentando sus grabaciones en DVD y CD como el Real o el Gran Teatre del Liceu, que posee ya media docena de títulos en el mercado. Año tras año, gobierno tras gobierno, se arrastra este problema en un coliseo que debería contar con una colección de grabaciones que sirvieran de referencia internacional del género español; La del manojo de rosas, Los sobrinos del Capitán Grant, El juramento, Le revenant, El barberillo de Lavapiés, y tantas otras producciones magníficas se perderán para siempre sin que los responsables hayan movido un dedo por inmortalizarlas y darlas a conocer en el mercado internacional. El género zarzuelístico bien se lo merece, ya que sus cifras de asistencia en 2003, según la SGAE, subieron un 20 por cien en España y un espectacular 425 por ciento en el extranjero; sólo falta que los responsables culturales y políticos crean de verdad en él. Aún es tiempo.
Ópera Actual (24/11/2004)