UN MUSEO EN CALATAYUD DEDICADO A LA DOLORES DE LA COPLA


José Verón Gormaz.-
La leyenda de la Dolores está unida a la ciudad de Calatayud desde que Felíu y Codina, escritor catalán del siglo XIX, escribió y difundió su más famosa obra literaria: "La Dolores: historia de una copla".

Durante muchos años, los bilbilitanos consideraron el invento del escritor catalán como una infamia, como un insulto a la mujer bilbilitana. Fue Sánchez Portero, empeñado en investigar el origen de la leyenda, quien abrió los ojos a sus conciudadanos: nada de ofensivo hay en esta historia; al contrario, la Dolores supone un elemento turístico de primer orden.

Poco a poco, Antonio Sánchez Portero fue hallando referencias y documentos, hasta que dio con la clave de esta historia, puesto que encontró en los archivos de la bilbilitana iglesia de San Juan el Real la partida de bautismo de Dolores Peinador Narvión, nacida el 13 de mayo de 1819 en Calatayud. Halló, además, toda la historia familiar de esta moza, que contrajo matrimonio con el teniente Tovar (en la obra de Felíu aparece el capitán Cobar) y, según parece, adquirió cierta notoriedad comarcal en su época.

La belleza de Dolores, así como sus circunstancias, originaron la famosa copla:

"Si vas a Calatayud
pregunta por la Dolores,
es una moza muy guapa
y amiga de hacer favores".

Cuando Felíu y Codina escuchó desde el tren esta copla, su imaginación dibujó una historia y un escenario que en Calatayud encontró ya levantado. Dolores Peinador se transformó en Dolores Tejedor, y la historia real dio paso a otro drama, ni menor ni mayor, pero diferente. A partir de ahí, la leyenda recorrió el mundo.

Antonio Sánchez Portero, actual asesor del Museo de la Dolores, sito en las antiguas cuadras del restaurado mesón original, lo dice con claridad: "Lo que importa es la leyenda. La versión más conocida recoge la rústica ingenuidad de una moza honesta y caritativa que sirve en un mesón de Calatayud".

El Museo de la Dolores recoge todos los documentos que dan fe de la existencia de María de los Dolores Peinador: la partida de bautismo y las partidas de defunción, la partida de bautismo de alguna de las hijas de la famosa moza y diversos documentos personales. Acompañados por paneles explicativos, los papeles citados se acompañan por las diversas consecuencias de la leyenda; destacan los libros originales, tales como la novela y el drama de Felíu y Codina, otras obras literarias derivadas, así como el manuscrito original de "La María", novela del periodista aragonés Darío Pérez. La música, elemento que difundió con abundancia la historia de la Dolores, en particular por la ópera de Tomás Bretón, ocupa un espacio destacado. El piano de un destacado músico bilbilitano, el maestro Pascual Marquina, autor del célebre pasodoble "España cañí", preside la zona dedicada a la música, en la que se hallan folletos, fotografías, partituras originales y otros elementos.

El cine, donde destaca la versión del director aragonés Florián Rey, también tiene su espacio al igual que cualquier detalle de la influencia constante de la Dolores. Hay una colección de láminas de Eusebio Planas, dibujante del siglo XIX, que explican con imágenes la historia de la copla, y no faltan un pasquín anunciador y un botellón del anís "La Dolores", desaparecido hace bastantes años.

El museo se completa con diversos objetos de la época, mobiliario, herramientas (hay una curiosa trasvasadora de vino), etcétera. En un rincón, aprovechando un escritorio del siglo XIX, hay un libro de opiniones y sugerencias sobre el museo, que todavía se halla en evolución. La parte final muestra el antiguo pesebre, que en sí mismo representa un valioso elemento, seguramente uno de los más interesantes que se ofrecen al visitante.

La Asociación Cultural la Dolores, presidida por Camilo Carnicer, cuida del buen funcionamiento y de la correcta conservación del museo, del que es responsable José Antonio Bañeres y cuya asesoría técnica está a cargo de Antonio Sánchez Portero. Recorrer el lugar y perderse en los documentos, las fotografías y los objetos es revivir la época de la Dolores. Visitar el mesón, con su hermosa corrala y sus antiguas dependencias perfectamente restauradas, completan las agradables sensaciones. Por si fuera poco, las joyas mudéjares de Calatayud, así como sus viejos barrios, esperan con magnífica quietud. ¡Hay que ver!

Heraldo de Aragón(3-9-2000)