Crítica
Imposible realismo


COSME MARINA

IX Festival de zarzuela

"La Dolores". T. Novoa, J. Palacios, R. Esteves, A. Cárdenas, R. Muñiz, M. Moncloa Grupo Folklórico Solera de Arag6n. Rondalla Lírica de Madrid. Capilla Polifónica de Oviedo. OSCO. Dir. es: J. Molina. D. musical: J. Molina. T. Campoamor, 30 de mayo.

"La Dolores", de Tornás Bretón es una obra importante, grande y necesaria para la configuración de la lírica hispana. A pesar de su calidad, ha estado demasiado tiempo fuera de los escenarios por los complejos con los que siempre hemos maltratado nuestro patrimonio. Ahora vuelve, y debería asentarse como un título referencial en las temporadas líricas.
En esta recuperación no se ha acertado prácticamente en nada en el Ambito escénico. Julián Molina ha planteado una versión tópica, llena de toques "ancient régime". Es un disparate. Sobre todo, porque si se quiere hacer una producción de carácter realista se necesita dinero, mucho dinero. De lo contrario, el resultado es como el que se presenta en el Campoamor: un cutrerío escenográfico, cartón piedra en su esplendor, plazas tipistas o vestuario de restos de la sección femenina. Para ver una fórmula de este tipo, mejor se alquila el aficionado una película de Florián Rey o Benito Perojo, con Concha Piquer e Imperio Argentina, ambas en su esplendor. Y es que la dirección de escena de Julián Molina no se puede calificar más que de arcaica y desmerece La calidad de la obra, con esos movimientos del coro, como de pasarela Cibeles, todos en bloque, y brazos en alto. Debió ser en homenaje a ha intervención española de este año en Eurovisión. En fin, mejor tornarlo con humor, porque si analizamos con mayor dureza es para llevar los decorados a la próxima "foguera" de San Juan.

Menos mal que funcionó muy bien el reparto, casi en su conjunto. Interesante, curtida y "verista", fue la Dolores de Teresa Novoa, con carácter y seguridad y firmeza vocal. También Javier Palacios saco adelante con integridad un rol de gran dificultad como es Lázaro. A pesar de transmitir la impresión de ir siempre un poco al límite de sus posibilidades es una voz a tener en cuenta, a pesar de que aún debe madurar más escénica y vocalmente y, también, dosificar con más inteligencia unos recursos que, bien orientados, son muy prometedores. Rodrigo Esteves, por su parte, cantó un Melchor de alto voltaje, de inmensa capacidad, de fuerte imantación escénica. Su esfuerzo y seriedad se aprecian notablemente en la cuidada dicción, de la que podrían tomar nota otros compañeros que van a obligar a utilizar sobretítulos cuando abordemos la lírica hispana, porque cada vez se les entiende menos. No estuvo muy afortunado Abelardo Cárdenas como el sargento Rojas. Su gracejo andaluz no enmascaró continuas deficiencias vocales. Funcionó Marco Moncloa como Patricio —es un cantante que mejora en cada actuación— y correctos Ricardo Muñiz y Silvia Leivinson. Los elementos folklóricos cosecharon gran éxito entre el público, tanto la rondalla como el grupo folklórico, mientras que la OSCO trabajó con eficacia y el adecuado empuje bajo las órdenes de Tulio Galiardo que tuvo como principal mérito cuadrar toda la obra muy bien, sobre todo en los pasajes rnás complejos. Aunque su visión es plana, logró en el tercer acto una interesante e intensa lectora. Un cierre, por tanto, con luces y sombras.

NUEVA ESPAÑA (01-06-2002)
OVIEDO