T E A T R O
"La Dolores" vuelve al Real

El Teatro Real abre la temporada lírica el miércoles con una apuesta arriesgada: una nueva versión de "La Dolores", que reclama para la obra un espacio de honor dentro de la ópera europea.


M. G. Zaragoza | Hubo un día en que Santiago Sánchez Jericó, en un ambiente distendido, tras una actuación, le cantó una jota a don Juan Carlos. Y el Rey, con ese humor suyo, agradecido, bromeó: "Te voy a nombrar Jotero Mayor del Reino". Sánchez Jericó va a cantar jotas próximamente, quizá las más famosas del mundo, las de "La Dolores" de Bretón. Y lo va a hacer en el Teatro Real, en un montaje en el que, además, desempeña un papel destacado otro aragonés, Miguel Ángel Berna, responsable de todo el andamiaje coreográfico.

El Real va a subir el telón de una nueva temporada, y lo va a hacer por todo lo alto. Hace casi 30 años que no se representaba "La Dolores" en España (80 en el Real) y ahora llega a Madrid de la mano de dos especialistas que la conocen bien: el director Antoni Ros Marbá y el escenógrafo José Carlos Plaza. Una apuesta valiente, moderna, que aspira a colocar a "La Dolores" en su justo lugar.

"Es una gran ópera, una obra maestra -señala Santiago Sánchez Jericó-, con más de dos horas y media de música y tres horas y media de espectáculo. Tradicionalmente se ha querido ver en ella una zarzuela, pero este montaje del Real lo deja bien claro. Es una ópera en la máxima extensión de la palabra, una obra que hunde sus raíces en el verismo español, y que hay que situar a la altura de lo que es "Cavalleria Rusticana" o "Paggliaci" en Italia".

Según ha asegurado Ros Marbá, "Bretón hizo algo que en su época nadie había hecho: ensamblar piezas populares, como la jota o la soleá, con una música culta y elaborada. El resultado es asombroso y no se ha sabido apreciar suficientemente". En la misma línea se ha manifestado Plaza: "Pensé que me iba a encontrar un texto trasnochado y casposo, pero enseguida comprobé que ahí estaba la España profunda, es decir, esa España que nunca muere y que está compuesta de envidia, difamación, represión, maledicencia y malos tratos".

"Plaza ha hecho un gran drama -subraya Sánchez Jericó-. Su escenografía es muy modernista, muy tétrica, tremenda. Es un trabajo excelente, que integra perfectamente las más modernas tecnologías audiovisuales, y que va a encantar".

A través de seis pantallas de gran tamaño con audiovisuales que van cambiando, se desgranan la envidia, la difamación, la cobardía, la represión sexual, la maledicencia o los malos tratos, temas de esta ópera que, según ha afirmado Plaza, "presenta una Dolores parecida a Carmen o a Tosca, como una mujer libre, hermosa y diferente, en un mundo feo y esclavizado".

Para Sánchez Jericó "es un gran honor" que le hayan elegido, ahora que celebra 25 años de carrera profesional, para dar vida al papel de arriero/cantador en "La Dolores". "Soy el coplero, el que canta las tres coplas de la ópera. La del primer acto, que es una jota del siglo XIV; la que todo el mundo conoce, la "Gran Jota"; y luego la del tercer acto, "Si vas a Calatayud", que, según la tradición, Feliu y Codina escuchó cantar a un ciego en la estación de Binéfar".

Sorpresas en las jotas
"Aragón la más famosa, es de España y sus regiones..." Así empieza la "Gran Jota" de "La Dolores", aplaudida en todo el mundo. En esta ocasión, se trata de una jota más "larga". La partitura de "La Dolores" ha sido restaurada por el Instituto Complutense de Ciencias Musicales y, devolviendo a la partitura su espíritu original, ha aumentado su duración.

"Hay cambios, pero tampoco muchos. Ros Marbá le ha dado un nuevo brío y está muy bien -subraya Sánchez Jericó-. Es una pieza dura para un cantante, un registro muy difícil, mi-fa-sol, mi-fa-sol, que exige mucho. Hay que tener gran técnica para cantarla bien".

Sánchez Jericó no conocía personalmente a Miguel Ángel Berna, pero sí sabía de su trabajo. Y le enorgullece compartir con él esta "Dolores". "Hemos hablado mucho en los últimos días y me ha fascinado. Su trabajo es impresionante, de verdad. ¡Es tan sutil, tan rítmico, tan lírico...!".

Para el bailarín y coreógrafo, ha sido un reto. "La idea me pareció apasionante desde el primer momento -relata Berna-. Como es lógico, todo el concepto coreográfico está en función de la ópera. Pero, independientemente de eso, he querido aportar mi propia visión que, por otro lado, coincide plenamente con el planteamiento general de la obra. Buscaba autenticidad en la jota, pero tampoco he querido ceñirme a lo convencional, a lo de siempre, a punta-tacón-patada-vuelta".

Miguel Ángel Berna, que ha sabido integrar la tradición folclórica aragonesa con otras tradiciones y darle un aura de modernidad, era el más idóneo para encarar un trabajo de este tipo. Pero quizá tenga un punto de temor por el atrevimiento. "Creo que habrá algunas críticas, porque la visión que he querido dar va a romper muchos moldes. He intentado huir del tópico, de los botes y acrobacias. He prescindido de cachirulos y alpargatas, porque creo que sin ellos se puede dar también la esencia de Aragón".

En principio Berna no iba a bailar sobre el escenario, pero al final se ha animado. Y no lo va a hacer solo, sino con otras dos parejas aragonesas: Ramón Artigas y Teresa Betoré (hija de Carmelo Betoré, fundador de Nobleza Baturra), y José Ignacio Villagrasa y Laura Rovira. "Hay otros once bailarines o bailadores más -señala Berna-, pero creí necesario contar con gente de la tierra, gente que supiera lo que es la jota". Quizá porque es necesario tener un conocimiento profundo de algo para poder cambiarlo sin corromperlo ni pervertirlo, manteniendo su espíritu original. Berna ha dispuesto que los bailadores, que no vestirán traje regional, sino atuendos de labradores españoles del siglo XIX, ejecuten pasos sencillos y encarnen en el escenario toda la fuerza que tiene la jota.

"Ha habido una dificultad añadida -concluye Berna-, y es que el montaje es muy goyesco, muy de las Pinturas Negras, y, a la vez, muy surreal. Y cuando te metes en la obra no puedes bailar como en cualquier otro espectáculo. Nosotros bailamos la jota desde nuestra situación actual, es muy complicado meternos en la cabeza de nuestros antepasados y bailarla como ellos. Es muy complicado bailar desde el hambre".

Heraldo de Aragón (Domingo, 26 de septiembre de 2004)