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Carta al Excmo. Sr. Alcalde:
Respuesta


Antonio Sánchez Portero

Excmo. Ayuntamiento
de Calatayud
Sr. D. Fernando Martín

Calatayud, 12 de agosto e 2004

Estimado Fernando: ¿Eres consciente de la gravedad y de la transcendencia de la carta que me has enviado?
Hay algo fuera de toda duda: Mi colaboración ha sido imprescindible para que no desapareciera el Mesón de la Dolores. Solamente a mí se debe, luchando contra viento y marea, a que "La Dolores", de un baldón para Calatayud, se haya convertido en una heroína y en importante baza para la promoción turística de nuestra ciudad. A mí se debe el Museo de la Dolores, tanto en el contenido de los paneles fijos, como en el 95% de lo que en la actualidad hay expuesto, que obedece a un plan preconcebido para consolidar la reivindicación de la Dolores.
He sufrido, desde antes de que se inaugurase el Museo, un trato, digamos inadecuado por parte de este Ayuntamiento que presides (puedo aportar muchos datos), así como por parte de la Asociación de "La Dolores".
Olvidándome de todos los agravios, lo único que solicito, en beneficio de Calatayud, es lo siguiente:
Que la singular y magnífica bodega medieval se pueda contemplar en todo su esplendor, sin que sus paredes y arcos permanezcan ocultos por los paneles de la exposición permanente de pinturas; que parte de dicho museo deje de conceptuarse como etnográfico, porque es inviable se mire como se mire y es un contrasentido. Todo el espacio debe ser solamente destinado a Museo de la Dolores. Un museo único en el mundo, dedicado a un personaje universal, que debe tener características propias. También pido que se me considere y reconozca oficialmente director de dicho Museo de la Dolores.
Como esto tan sencillo, lógico y justo no lo consigo, sintiéndome intensamente agraviado y no pudiendo aguantar ya tantas desconsideraciones, me veo obligado a tomar, bien sabe Dios que contra mi deseo y lamentándolo de corazón, las siguientes medidas: recuperar los fondos de mi propiedad que están expuestos en el Museo; e informar a la opinión pública con amplitud y veracidad de todo lo que viene aconteciendo en torno al Museo.
Y estos fondos —no hay ninguna cláusula que lo impida—, los quiero recuperar inmediatamente, a partir del recibo de esta carta y antes, por supuesto del próximo 4 de septiembre. La excusa de falta de personal, por estar de vacaciones, no es verosímil y no sirve. Solo es necesaria una persona y buena voluntad, que sigue faltando. Además, el contrato para la cesión lo suscribí con la Asociación Cultural "La Dolores", y con que estuviera presente un representante de esta entidad debería ser suficiente.
Si durante las fiestas de septiembre, el emblemático Museo de la Dolores presenta un aspecto insólito, y es la comidilla de todos los que nos visiten, y de España entera, no seré yo precisamente el culpable de este desaguisado. También deberíais ir pensando en el pretexto o excusa que vais a ofrecer a los bilbilitanos y a la opinión pública en general, para justificar el no conceder lo que solicito. Por la visto, la placa expuesta en el Museo en la que se reconoce que es fruto de mi inestimable colaboración y se me cita como "director ciéntífico", ha resultado ser una broma de mal gusto, sobre todo después de haber sido un servidor quien ha seleccionado y colocado prácticamente todo lo que hay expuesto.
Sobre la promoción que el Ayuntamiento ha hecho de mi obra, y de la colaboración que he recibido en todo momento, no opino lo mismo, y oportunamente expondré mis razones. Por ejemplo, esta situación a la que hemos llegado es muy ilustrativa. Y si mal no recuerdo, hay pendiente un litigio sobre el tríptico "La leyenda de la Dolores", que va a dar mucho que hablar si la Concejalía de Turismo mantiene su ilógica postura.
Yo no antepongo, querido Alcalde, mis intereses personales a los de toda la ciudad de Calatayud. Durante toda mi vida he dado pruebas de lo contrario. Lo que es absolutamente lamentable es el trato injustificado que recibo por parte de quienes deberían reconocer y agradecer los servicios que presto a nuestra ciudad. No trabajo por el premio, lo hago por convicción y porque es mi deber. Porque para mí, Calatayud, es siempre una prioridad y lo seguirá siendo. Pero por dignidad, no debo renunciar a lo que me corresponde y me he ganado a pulso; ni debo quedarme impasible viendo que otros se ponen las medallas. Podían compartirlas conmigo, digo yo.

Un cordial saludo.

www.ladolores.net
22 de agosto de 2004